lunes, 3 de septiembre de 2012

EL LIBERALISMO ECONÓMICO


A partir del renacimiento, siglos XV y XVI, que marcaría el fin de la actividad feudal, surge una mentalidad comercial (burguesa), basada en el impulso que cada hombre daba a la actividad comercial, bien fuera como productor o como comerciante, motivado por su anhelo natural de prosperidad material, pues significaba libertad del señor feudal. Este sentimiento terminó convirtiéndose en la que hoy conocemos como mercantilismo, hasta que se desató la revolución industrial a finales del siglo XVIII, lo cual generó la necesidad de conceptos nuevos que permitieran a la sociedad ajustarse a los nuevos métodos de producción, sin que se considerara inmoral enriquecerse, a los que tradicionalmente no habían sido sino pobres mercaderes, mientras que la mayoría seguía siendo pobre, pero ahora con la esperanza de poder llegar a dejar de serlo, gracias al trabajo duro y honesto.

Fue así como surgieron dos corrientes filosóficas para entender el fenómeno económico, el mercantilismo y el liberalismo. El mercantilismo se fundamenta en la producción industrial, pues es apoyado por hombres que quieren dejar de ser campesinos, pues consideran que el comercio es la forma de libertad que la actividad agrícola no les había dado, mientras que el liberalismo, con un enfoque más macro, considera su fundamento la agricultura. Evidentemente, el mercantilismo fue un movimiento impulsado por hombres prácticos preocupados por su bienestar personal, que deseaban enriquecerse gracias al potencial que representaban las maquinas, sin preocuparse demasiado por las implicaciones que ello tendría para la sociedad, mientras que el liberalismo fue impulsado por hombres más bien teóricos, que pensaban en el bienestar general de la sociedad, lo cual los llevó obviamente a considerar que la agricultura era la base de la economía de cualquier sociedad que tuviera algún grado de justicia.

Las ramificaciones de ese pensamiento liberal llegan hasta nuestros días, en la forma de enormes subsidios agrícolas, que pagan los estados a los agricultores en los países desarrollados. Evidentemente, si una sociedad se dedica a fomentar solo la producción industrial, llega un momento en el que se encuentra con un cuello de botella y es el de la necesidad de alimentar, a precios razonables, a la población de miles de obreros industriales que se necesitan en las fabricas, ya que si es necesario importar el alimento, se crea una dependencia que termina por incrementar los precios de los alimentos hasta el punto que resulta más rentable cultivar que tener fabricas.

Ahora bien, el liberalismo se desarrolló guiado por dos tendencias: la escuela fisiócrata y la escuela clásica. Los fisiócratas descartaron la idea de que la riqueza se debía se debía al comercio y consideraban que la riqueza se debía a la capacidad de crear productos, es decir, de producir, de ahí el término que ellos acuñaron: producto neto. Francisco Quesnay y Roberto Turgot fueron los intelectuales que ayudaron a consolidar la concepción fisiócrata. Quesnay gracias a su libro Tableau économique, y Turgot gracias a su aporte en la Enciclopedia, permitieron a los fisiócratas abonar el terreno para la revolución francesa. Turgot aclaró que la propiedad no era un concepto de carácter natural o divino, sino histórico, puso de manifiesto lo ventajoso que era para la economía el dejar al hombre hacer, por lo que fue aun más liberal que Quesnay. Turgot fue el más radical de los fisiócratas y su aporte fue el que permitió a la fisiocracia evolucionar hacia el liberalismo que se manejo en el siglo XIX. Ahora bien, la fisiocracia fue una doctrina que fomentó la agricultura pero, el exceso de libertad que fomentaba ayudo a los políticos a justificar el despotismo y la corrupción en el gobierno, aunque esa no haya sido probablemente su intención.

La escuela clásica, por otra parte, tuvo en Cantillón, Adam Smith y David Ricardo a sus más excelsos representantes. Cantillón concebía el liberalismo como la necesidad de permitir que el orden natural de las cosas actuara, dejar que las fuerzas del mercado buscaran su equilibrio, haciendo paralelos entre el mundo físico y el económico. De hecho, el gran impulso que la revolución industrial dio a la economía forzó la búsqueda de un punto de equilibrio entre las dos grandes tendencias de la época, el mercantilismo y la fisiocracia. Con la revolución industrial nace un pragmatismo nunca antes visto, que llegó al extremo de considerar que lo que importaba era el éxito, sin importar los medios: el fin justifica los medios. Nace también con la revolución industrial la alianza nunca vista hasta entonces, entre el industrial, el sabio y el filósofo economista, para lograr convertir la economía en un sistema lógico que funcionara, no solo como empresa, sino como nación.

Desde el punto de vista de la producción, los clásicos afirman que producir es dar a una cosa valor, al aumentar su utilidad, es decir, la producción es creación de utilidad. En este punto, Adam Smith, considerado el padre de la economía, en su obra La Riqueza de las Naciones, establece la división técnica del trabajo, asignándole a cada obrero una parte simple del proceso que en su conjunto puede ser complejo, lo cual incrementa la producción al perfeccionar cada una de las etapas del proceso, gracias a la repetición de una actividad simple en sí misma.

Otro de los grandes pensadores de la escuela clásica fue David Ricardo, quien aportó grandes ideas al desarrollo económico, entre las cuales se destaca la implementación del método deductivo como el método más acorde para la investigación económica. Todo lo cual redundo en el establecimiento de los elementos básicos que conforman el proceso económico: tierra, capital y trabajo, los cuales se convierten, gracias a esta escuela, en la parte central de la economía moderna, constituyéndose en el aspecto humano de esta ciencia.

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