Las radiaciones electromagnéticas y
todo el campo electromagnético de ondas no ionizantes (no dañinas) que se puede
generar en una simple exposición temporal producidas por los televisores, antenas Wi-Fi (Internet inalámbrico), equipos portátiles,
celulares etc., pueden convertirse en un enemigo silencioso teniendo en cuenta
que según estadísticas de Octubre
de 2010 (DANE) en Colombia es mayor el porcentaje de hogares con acceso a teléfonos
móviles con un 88.1% por encima de los que tienen acceso al servicio de agua
con el 87.6%, lo que quiere decir que el uso de este aparato electrónico es
mucho más indispensable que el uso del agua.
La telefonía móvil posee un rango de
radiofrecuencias y microondas, el problema no solo recae sobre la intensidad de
este campo electromagnético sino que también el tiempo de exposición a él
debido al efecto de acumulación, con esto refiriéndose a la constancia de un
efecto moderado pero que a largo plazo genera grandes problemas. Las telefonías
móviles rigen bajo unos límites de intensidad de campos eléctricos con valores
máximos de tasa de absorción especifica (SAR) que pretenden proteger a las
personas del incremento de temperatura debido a la exposición, el SAR es una
medida de energía de RF que es absorbida por los tejidos del cuerpo, esta se
expresa en W/Kg [1]. Estudios
revelan que estas exposiciones causan efectos biomoleculares como los
siguientes, proliferación celular, interferencias con procesos inmunitarios,
efectos en la capacidad reproductiva, efectos genotoxicos, efectos sobre el
sistema nervioso y sistema circulatorio[2].
Estudios sobre los efectos de radiación
de teléfonos móviles en las regiones del cerebro basado en escaneos cerebrales,
muestra que la radiación emitida por un teléfono móvil durante una llamada hace
que el tejido cerebral use el 7% más de energía, este estudio realizado por
Dardo Tomasi del Brookhaven National Laboratory quien dijo “El efecto es pequeño, pero de todas formas contranatural. La naturaleza
no preparó a nuestros cerebros para esto” [3].
Las investigaciones realizadas con
animales revelan puntos clave y posible relación completa con el efecto dañino
de la radiación de teléfonos móviles sobre el ser humano.
Por ejemplo la mosca de vinagre fue
expuesta a radiación de teléfonos móviles durante los primeros 2-5 días de vida
adulta, su capacidad de reproducción decreció un 50-60%, afecto más a hembras
que a machos. Este estudio revela que esta radiación afecta al desarrollo gonadal
de los insectos. Elevación de los niveles de las proteínas de estrés. En larvas
de la mosca de vinagre se observaron cambios en el desarrollo, un incremento
del número de moscas adultas con anormalidades, con lo que concluyen que es
posible que afecte las reacciones enzimáticas implicadas en funciones de reparación.
En los mosquitos Anopheles gambiae
expuestos a campos magnéticos elevados (9-14 T) en periodos de desarrollo
fetal, observaron alteraciones de la estructura cromosómica.
Con las abejas, realizaron un
experimento donde fueron expuestas a la instalación de varias antenas de telefonía
en la cercanía de sus colmenas, se observaron síntomas de estrés y el colapso
de las colonias cuando las antenas comenzaron a emitir. Otros autores
revelan que las abejas expuestas a líneas de alta tensión generan un
comportamiento de agitación e inquietud además de agresividad.
Otros animales como los escarabajos
fueron irradiados con microondas de 4-5.95 GHz de frecuencia, el autor sugiere
que los fotones de las microondas produjeron efectos acumulativos lo que causo
que las escarabajos presentaran anomalías teratogenicas (agujeros en los élitros,
en los protectores de sus alas).
Esta recopilación de investigaciones
nos aportan grandes herramientas de enfoque y análisis, además del cuidado con
el control de variables y su clasificación. Esto significa que para nuestro
estudio con los ratones es muy importante tener en cuenta el periodo de exposición,
pues entre mayor la frecuencia de exposición, mayor es el efecto sobre nuestro
objeto de estudio quien aportara mejores resultados.
En nuestro caso, los animales de
laboratorio son considerados biomodelos experimentales que tienen la cualidad
necesaria para dar respuesta al cuestionamiento de cómo estudiar las
enfermedades que afectan al hombre, a la especie que está estudiando, y a las
demás especies productivas y domésticas, y las ratas y ratones están entre los
que responden más uniformemente a esos requerimientos, son de fácil manejo y
poseen las características zootécnicas adecuadas.